Nadie está a salvo de las estafas virtuales

Junto al colosal desarrollo de las tecnologías informáticas, han crecido de manera similar las estafas virtuales. Alégrese de no haber sido víctima de alguna y prevéngase para el futuro. Los delitos informáticos se multiplicaron, especialmente desde la pandemia de COVID-19, cuando más personas comenzaron a realizar trámites, compras y operaciones bancarias en línea. El problema no solo es preocupación en nuestra Argentina, tiene alcance global.

Las estafas crecieron respondiendo a algunos de los siguientes problemas: Digitalización acelerada: Muchas personas y empresas se volcaron a Internet sin contar con conocimientos suficientes sobre seguridad digital.  Falta de educación digital: Gran parte de la población no está entrenada para detectar engaños, enlaces falsos o sitios fraudulentos. Anonimato del atacante: Los delincuentes pueden operar desde cualquier parte del mundo y esconder su identidad. Evolución de las técnicas: Los estafadores usan inteligencia artificial, ingeniería social y suplantación de identidad (phishing) con cada vez más sofisticación. Debilidad en los sistemas: Muchas instituciones, sobre todo en países con menor inversión tecnológica, tienen brechas de seguridad.

Algunas de las formas más comunes de estafas virtuales son los envíos de correos o mensajes falsos que simulan provenir de bancos, organismos estatales, empresas, para robar contraseñas o datos (Phishing). Estafas vía SMS que llevan a sitios fraudulentos (Vishing); Llamadas telefónicas con fines de engaño (por ejemplo, haciéndose pasar por empleados bancarios (Smishing). Falsos premios o herencias: Mensajes que informan de premios inexistentes para pedir dinero o datos personales. Publicaciones en redes sociales o sitios web que ofrecen productos que no existen o no se entregan. Clonación de tarjetas: A través de dispositivos en cajeros o compras online. Secuestro de cuentas de WhatsApp: A través de códigos de verificación mal usados. Estafas con criptomonedas: Inversiones falsas, promesas de ganancias rápidas, esquemas piramidales digitales.

Como se puede ver el abanico de posibilidades fraudulentas es muy amplio y las mentes criminales no descansan. Incluso los bancos y grandes corporaciones, que cuentan con fuertes medidas de seguridad, han sido víctimas de estafas virtuales, hackeos o fraudes cibernéticos. Conocer sobre estos casos es útil para concientizarnos sobre el alcance del problema y para demostrar que nadie está completamente a salvo.

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