El estilo agresivo de Javier Milei
El estilo de los discursos de Javier Milei son más que discursos típicos de barricada, o podríamos decir combativos. Su lenguaje es agresivo, provocador, pendenciero y muchas veces grosero. No condicen con el debido respeto que se debe tener al adversario y al que no piensa como él, y más aún cuando se trata de un primer mandatario de un país que intenta consolidar su democracia republicana.
Sus insultos no son ingenuos, pareciera expresarlos a plena consciencia para mantener una base de jóvenes votantes a los que subyuga este estilo. Lógicamente que sus improperios han herido a muchos, tensado relaciones diplomáticas y han empujado el debate político hacia una confrontación más personal y hostil. Desde todo punto de vista resulta inaceptable que un líder político, encumbrado en lo más alto del poder, deslegitime a sus adversarios y a los políticamente independientes, con calificativos injuriosos.En el Foro Económico de Madrid, ayer domingo, dio un discurso a su estilo, más allá de enumerar los logros en materia económica de su gobierno, calificó a los “socialistas” de “mierda” y animó al público a “zurrar al bandido local”, en referencia velada al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo que derivó en cánticos ofensivos en contra del mandatario español. La agencia Reuters reportó que Milei, además, lo llamó “bandido local” y prosiguió con calificativos como “arrogante”, “totalitario” y “cobarde”
La provocación final de Milei, en la que animó a la audiencia a “salir a pelearse a cara de perro con los políticos corruptos”, transformó decididamente al foro económico en un mitin político.
Pero este episodio no es el único. Sus insultos a personalidades de otros países han generado crisis diplomáticas, como con Colombia y anteriormente ya, con España. Y en nuestro país se vienen registrando más de mil agravios a políticos, periodistas y economistas a un promedio de 2,4 por día, según “chequeado”. A sus colegas, que no comulgan con sus ideas los llama “econochantas”, y a los periodistas los califica de “Trolls corruptos” o “ensobrados”.
En la vida democrática, los desacuerdos son inevitables. Los buenos modales permiten que esos desacuerdos se formalicen sin violencia ni agresión. No se trata solo de cortesía superficial, sino de la disposición a escuchar, dialogar y no imponer por la fuerza, todo lo opuesto al absolutismo de un gobierno autocrático.
Organizaciones de derechos humanos advierten que esas formas agresivas pueden erosionar el clima democrático, sometiendo a periodistas y opositores a hostigamiento digital o verbal.
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